El Hotel Marriot fue el primer escenario donde la Generación Dorada apareció reunida por primera vez. Inicialmente, con algunas miradas de preocupación, la cita estaba pactada, pero algunas personas faltaban. Manu Ginóbili, Walterr Herrmann y Carlos Delfino se hicieron rogar un poco, pero después se sumaron a sus nueve compañeros. Lo soñado se hacía realidad, los 12 fantásticos; junto con el cuerpo técnico, estaban reunidos de nuevo.

Pasaron 20 años desde la última vez que esto había sucedido. Ya el oro colgaba del cuello, pero no fue en un contexto de festejo grupal, en medio del balcón presidencial, como debería haber ocurrido. Cuando los Juegos Olímpicos terminaron, cada uno asumió sus compromisos, y viajaron a sus países de residencia, y el eterno festejo quedó en pausa. Y hay mil cosas que podríamos escribir acá, sobre las declaraciones que le sacaron aplausos a la prensa, o cómo la expectativa por verlos adentro de la cancha crece segundo a segundo. Pero no alcanzarían palabras para explicar lo que se siente volver a verlos a los 15 juntos de nuevo.

Todos mencionaron que están entrenando para el evento, a pesar de que Scola admitió al frente de todos «yo no pagaría por verme jugar hoy en día». La realidad es que esto va mucho más allá del básquet. Me corro un rato del rol que nos convoca acá, que es el de un periodista que habla de básquet. No creo que no haya habido una persona hoy que no haya tenido hoy, en ese salón, la piel de gallina. Todos entendiendo que estaban viendo a uno de los mejores (sino el mejor) equipo de la historia de este deporte de nuestro país. Y lo más importante es que ellos lo sienten como una reunión de amigos. Esos amigos de verdad, de los que no importa el tiempo o la distancia, que uno sabe que siempre están.

«Te estás quedando pelado», «Él dijo que no se la va a pasar a nadie, y que las va a tirar a todas», ¿Habitación compartida, ni loco?», «Lo que más espero es la cena, que nos podamos juntar todos a hablar como siempre». Entre chistes, risas, anécdotas (seguimos sin saber donde está la pelota de la final) y deseos, se fueron dando a conocer algunos detalles sobre lo que veremos este sábado (lo repasaremos en otro artículo).

Algo nos quedará claro, el Parque Roca estará lleno de fanáticos que pertenecen a distintas generaciones, porque para enamorarte de este equipo no hizo falta verlos en vivo y en directo. Y será una noche llena de emociones, dentro y fuera del rectángulo de juego. Desde acá, les recomendamos un par de pañuelos, por las dudas, incluso llevar alguno para el del lado, si es que se olvidó de llevar. Como ellos mismos nos respondieron,«creemos que tenemos mucho más para descubrir de nosotros mismos»… Y nosotros nos permitimos seguir creyendo que hay muchas más historias que contar.