«Cuando empezamos a pensar en este evento pensamos: ‘Pero, ¿quién mierda va a venir a vernos?'», lanza Manu Ginóbili a un Parque Roca abarrotado con 15.000 personas dentro y muchas más siguiendo las transmisiones televisivas. Entre sonrisas, las lágrimas vuelven a aflorar. La Generación Dorada tuvo su merecida noche a 20 años de la máxima gesta del básquetbol argentino y, por qué no, del deporte nacional.

«Y llegamos y vimos esto. Es realmente fuerte, que te toca el corazón», continúa el histórico referente del país y el mayor talento que dio, al menos, Sudamérica. Así como a lo largo de su carrera, mantiene una postura de perfil bajo. Aún así, la emoción lo desborda. Porque no es lo usual, más allá que tendría que serlo. Porque el apoyo es histórico para un evento basquetbolístico. También, porque el equipo se lo merece en 2024 como se lo mereció en 2004 y como se lo merecerá en 50 años.

Así como el equipo tuvo su guiño a Ricardo González, campeón del mundo con Argentina en 1950, el espaldarazo es total. Estadio abarrotado para lo que fue: una gran fiesta. Curiosa primera reunión con todos los integrantes de la gesta presentes. La posibilidad se hace realidad con un partido de básquet como excusa. Otro ritmo, otra época, pero con la alegría de compartir como bandera.

Alcanza con mirar el resultado final. Uno de los equipos ganó 73-69 cuando el resultado debió ser 71-71 e ir a tiempo suplementario. Aquel ‘doble en contra’ que Pepe Sánchez convirtió a propósito debió forzar el alargue. ¿Acaso a alguien le interesaba el por menor de quién ganaba? En absoluto. La idea era festejar y fue una celebración a todo trapo.

El juego tuvo a quiénes debían estar: Juan Ignacio Sánchez, Emanuel Ginóbili, Luis Scola, Andrés Nocioni, Fabricio Oberto, Alejandro Montecchia, Walter Herrmann, Rubén Wolkowyski, Gabriel Fernández, Carlos Delfino, Hugo Sconochini y Leo Gutiérrez. Junto a ellos Rubén Magnano (entrenador), Fernando Duró y Enrique Tolachier (asistentes), Mario Mouche (preparador físico), Miguel Borgatello (kinesiólogo), Horacio Pila (médico), Roberto Vartanian (utilero) y Alejandro Cassetai (jefe de equipo). Cada pieza fue trascendental para la mayor gesta deportiva de nuestro país.

A su vez, hubo un gran grupo de famosos con los que compartieron cancha. Entre ellos, destacados de nuestro deporte como Paula Pareto (judoka – campeona olímpica en Río 2016 y mundial en 2015), Marko Milinkovic (jugador de vóley – nombrado por la FIVB como uno de los mejores jugadores del Siglo XX), Germán Chiaraviglio (garrochista – medallista panamericano y bronce en la Copa del Mundo de Atenas 2006) y Luciana Delabarba (actual jugadora de básquet y representante de las Gigantes). También celebridades como Duki (cantante), Paulo Londra (cantante), Matías Gallo (entrenador de habilidades), Germán Beder (periodista) y Luquitas Rodríguez (humorista), entre tantos otros.

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Evento de la Generación Dorada: momentos emotivos al por mayor

Generación Dorada: sonrisas entre Leo Gutiérrez y Andrés Nocioni. Foto: Dale Play Live.
Generación Dorada: sonrisas entre Leo Gutiérrez y Andrés Nocioni. Foto: Dale Play Live.

La noche estuvo marcada por las emociones. La mayor de ellas fue la alegría. Hubo momentos divertidos y mucha complicidad entre los jugadores. Se notó que algunos de ellos están en actividad (Carlos Delfino y Rubén Wolkowyski), pero sobre todo la hermandad. Todo sigue igual entre un grupo que se mantuvo unido. La sonrisa fue la constante del partido.

También hubo momentos para que las lágrimas salgan. Desde las historias de las familias, al reconocimiento del mismísimo Gregg Popovich. El entrenador de los Spurs, asistente de USA en 2004, tuvo sus palabras video mediante: «Estoy muy feliz por ustedes. Siempre lo voy a estar. Lo que lograron nunca más va a suceder en ningún lado. La rompieron y lo hicieron con clase (…). Nos patearon el trasero».

Otro momento emotivo fue con el ingreso de los hijos de los jugadores a la cancha. La chance de compartir la alegría junto a sus familiares. Muchos de ellos no vivieron lo que logró la Generación Dorada, pero tuvieron la chance de ver las expresiones de cariño por parte de desconocidos hacia sus padres. Un momento que jamás olvidarán.

Rubén Magnano fue el último en agarrar el micrófono y dio una muestra más de porqué la Generación Dorada logró lo que logró. Después del podio y la merecida medalla conmemorativa, se encargó de ponerle fin a la fiesta. Un silencio increíble para 15.000 personas escuchando a su líder:

«El equipo es un vehículo que te lleva a momentos increíbles e impensados. Me voy a tomar un momento para enaltecer y reconocer a quiénes deberíamos reconocer de manera cotidiana. Son nuestro faros, nos contienen, estimulan, desafían y aconsejan. Nos despiertan el coraje de tener coraje, no doblegar y seguir. Nuestros padres, nuestras compañeras, nuestras esposas, nuestros hijos y nuestros amigos, son el verdadero sustento de todo esto. Soy un agradecido a ellos por cómo nos han acompañado y hecho crecer día a día. Sosteniéndonos en los momentos duros o nos despertaban una sonrisa. Ustedes (público) tienen un lugar preponderante por la muestra de gratitud y el cariño. Muchísimas gracias por acompañarnos y contenernos. Por adoptarnos. Muchísimas gracias básquetbol por poder compartir este momento».

Foto: Dale Play Live.
Nota: Fernando Torok.