El nombre de Chase Budinger es bastante familiar para el fanático que siguió la NBA en la década pasada. Llegó a la máxima competencia como una de las grandes promesas de la Universidad de Arizona. Incluso, fue el MVP de un McDonald’s All-American en el que jugó Kevin Durant.
El alero de 2,01 metros fue parte de los Houston Rockets, donde incluso fue compañero de Luis Scola. Nunca terminó de alcanzar el potencial que se preveía en la etapa colegial. No obstante, era dueño de una mano prodigiosa. Capaz de anotar triples con facilidad, mantuvo una media de 35,2% de aciertos entre los 407 partidos de fase regular que disputó.
Después de Houston (2009-12), arrancó lentamente su salida de la máxima competencia. Fue traspasado a Minnesota Timberwolves para acompañar a Ricky Rubio como otras promesas que llegarían. El primer año acarreó lesiones que lo llevó a competir apenas 23 juegos. Luego renovó con el equipo, pero su rol fue decreciendo.
Tal es así que en la previa de la 2015-16 tuvo su último año. De Minnesota a Indiana vía traspaso. Jugó 49 partidos para uno de los candidatos antes de ser cortado. Recaló en Phoenix donde disputó sus últimos 19 encuentros. 6 puntos, 5 rebotes, 2 asistencias y 2 robos en 19 minutos durante el juego ante Los Ángeles Clippers en la noche del 13 de abril del 2016, su última en la NBA.
Chase Budinger siempre estuvo enamorado del vóley
Una vez que finalizó la campaña, probó suerte en la Liga Endesa. Jugó para el Saski Baskonia en la 2016-17. Rindió (6,8 puntos y 3,8 rebotes en Euroliga), pero no era lo que quería. Sabía que no iba a volver a jugar al básquetbol. Podía ser un jugador de rol relativamente rendidor, pero no lo disfrutaba. Quería un cambio y se remontó al pasado.
Durante su etapa en la escuela secundaria, él jugó al básquetbol y al vóleibol indoor. Pasaba horas en las playas de Encinitas, California, pasando la pelota por encima de la red junto a su hermano. Era una de sus dos pasiones, como también se destacaba. UCLA lo quería para el vóley, pero se inclinó por el básquet.
Se unió a Sean Rosenthal, un histórico de la disciplina, para probar suerte en el beach vóley. Le gustó la experiencia. Rosenthal no sólo era un jugador con gran experiencia (campeón de una gran cantidad de torneos del World Tour y representante olímpico tanto en 2008 como 2012), sino también un gran mentor.
El camino a París 2024
Tras un gran 2018 en el que hizo su debut en el circuito norteamericano, su compañero Rosenthal terminó retirándose a los 38 años. Su siguiente compañero fue otro veterano como Casey Patterson, quien también registró podios en varios torneos internacionales y estuvo en Río 2016. La pareja duró poco, con triunfos destacados pero con el deseo de Patterson de jugar junto a un élite como Jake Gibb.
Chase Budinger se destacaba como un jugador ofensivo y quería uno que pueda complementarlo de cara a París 2024. Quería hacer su presencia olímpica. Habló con varios jugadores, entre ellos Miles Evans. El de Santa Bárbara sabía que corría de atrás por no destacarse, pero le envió un mensaje al ex Rockets pensando en la clasificación olímpica. El riesgo era alto, el premio todavía mayor.
«Entrenamos una semana juntos y nos dimos cuenta que nos potenciábamos. Me sentí mejor que en los anteriores dos años de mi carrera», le comentó a Los Ángeles Times. La dupla también destacó a la hora de los torneos compitiendo de igual a igual frente a las mejores del circuito.
Un título en Haikou (China) y podio en Chiang Mai (China) terminó de marcar lo que vendría. Siempre dentro de los mejores 5 dúos de los torneos medianos y un 17° lugar en el Campeonato Mundial de Tiaxcala (México). La pareja iba camino a París 2024.
Triunfo en el debut olímpico
Nadie podía vaticinar que el debut olímpico de Chase Budinger sería en la arena en vez del parqué. Sucedió este lunes 29 de julio del 2024, en París, a sus 36 años. La pareja norteamericana venció 21-14 y 21-11 a la francesa formada por Krou y Gathier-Rat.
Quedó a un triunfo de garantizar el pasaje a octavos de final. En el camino, la dupla holandesa Boermans-De Groot (5° del ránking mundial) y la española histórica de Herrera-Gavira (16°). El primer sueño fue cumplido y ahora cualquier cosa puede pasar a pocos metros de la Torre Eiffel.
Foto: USA Today
Nota: Fernando Torok