Juan Francisco Cangelosi, “Juanchi” para todo el mundo, el capitán eterno, inoxidable, es hoy uno de los jugadores que más años tiene jugando en la Liga Nacional de Básquet. En la temporada que está culminando pasó los 800 partidos jugados en la Liga y más de 600 de estos fueron con Argentino. También, en el reciente partido del Turco contra Quimsa superó los 8000 puntos convertidos, lo que lo ubica en el puesto 34° de la historia liguera.
Juan nació el 29 de abril de 1981 en Mercedes. De muy chico vivió en Junín y comenzó a jugar al básquet en el club Argentino, ubicado en el barrio “Las Morochas”. Allí, de la mano de Adrián Capelli dejó de ser jugador juvenil y pasó a ser mayor. En la temporada 2002/2003, cuando Turco estaba en el TNA y logró el ascenso a primera. Capelli, técnico de larga trayectoria en la Liga Nacional y en la uruguaya -fue incluso director técnico de la selección oriental-, lo dirigió o formó parte de cuerpos técnicos de equipos donde Juan jugó durante varios años: en la selección de juveniles hacia fines de los años 90; en Ciclista de Junín una temporada (2005/2006); y en Argentino, en dos momentos diferentes, de 1998 a 2004, y de 2011 a 2014. Como es esperable, es el técnico que más años lo dirigió siendo mayor.
En esta entrevista, Andrés Buisán conversa con Andrián Capelli sobre Juanchi Cangelosi, el líder silencioso.
A.B.: En los años 1997, 1998, dirigías en el Club Junín y, a la vez, acompañabas a Cristián Márquez en la Selección de juveniles de Junín, con la que salieron campeones del “Torneo provincial de juveniles”, ¿recordás cómo fue esa época o cómo era tu relación con Juanchi?
A.C.: Mirá, yo estaba en el Club Junín (como entrenador) y también en el cuerpo técnico de las selecciones. En el caso de Juan, lo enfrentaba (Capelli como entrenador en el Club Junín y Juanchi como jugador en Argentino) y también lo tenía en la selección. Al principio era uno más del grupo, como digo yo. Pero luego, a medida que fueron pasando los años, fue creciendo mucho. No solamente en su talla, sino en su manera de jugar.
Hace mucho tiempo que estoy en esto y siempre fueron buenas las relaciones que he tenido con mis jugadores. Pero en el caso puntual de Juan, siempre ha sido muy buena. Al principio, cuando lo enfrentaba, a lo mejor, no tenía tanta confianza. Pero a medida que fueron pasando los años y lo tenía en la selección lo fui conociendo más. Con el tiempo, en la selección, fue dejando de ser un jugador más y empezó a ser un jugador que se destacaba. Siempre fue buena la relación que tuve con él, siempre fue un chico que no demandó problemas. Al revés, siempre, digo yo, él lideraba desde su compromiso, desde su entrega, su sacrificio por el resto de sus compañeros. Y jamás un problema, ya sea en el entrenamiento, en el partido; siempre bien para el resto de sus compañeros y también para el cuerpo técnico.
A.B. ¿En qué aspecto lo viste crecer en los años siguientes?
A.C.: No solamente en su físico sino en su forma de jugar. Lo que se me viene a la cabeza de Juan es cuando lo he tenido en la selección y después en mi paso por Argentino (primera etapa, entre 2002 y 2004, como técnico); ahí fue donde se hizo mucho mejor la relación entre ambos. Juan era un jugador que era alto, como todo alto en Junín siempre lo hacen jugar debajo del aro. No tenía una altura para estar debajo del aro. Entonces, bueno, a medida que fueron pasando los años, se fue alejando (del aro). Tuvo ese tiro que hasta hoy en día es un jugador que no lo podés soltar porque es un gatillo. Te arma el tiro y tiene un tiro que es muy efectivo. Entonces, creo yo, que eso lo fue mejorando. Le llevó un proceso salir afuera, como a todo jugador grande en lo físico. Pero prácticamente no le costó nada porque era un chico que uno como entrenador podía ver a medida que iba pasando el tiempo que iba a llegar. Y también me pone feliz y contento porque son esos chicos que uno desea que le vaya bien, porque como hablamos, cero problemas, siempre dispuesto a entrenar, siempre dispuesto a colaborar, a ser solidario, tanto con sus compañeros como conmigo como entrenador. Así que bueno, una vez que ves que esos chicos llegan, como le tocó él, y están tanto tiempo en la liga nacional, a uno como entrenador lo hace muy feliz.
A.B. Juanchi desciende con Quilmes de Mar del Plata en la temporada 2009/2010 y en la siguiente con Argentino. Él pensó en dejar el básquet en ese momento, fue un momento muy duro anímicamente por los dos descensos consecutivos. Vos volviste a dirigir Argentino ese año en el TNA y ascendieron ¿Cómo fue el reencuentro?
A.C.: Sí, yo vuelvo a Argentino, que lamentablemente había descendido. Cuando se hizo la conformación del equipo, en ningún momento dudé que Juan iba a estar. O sea, por supuesto que uno como jugador, como entrenador, cuando no salen las cosas como uno quiere y con todo el esfuerzo que uno hace, muchas veces no ve con buenos ojos el futuro. Y me parece que ese era a lo mejor el momento de Juan, que es totalmente entendible. Armamos el equipo, fue una de las últimas fichas en incorporarse. Yo siempre sabía que en ese lugar iba a estar él, no quería traer a otro jugador de afuera en esa posición (Alero) porque siempre lo quise tener. Y sabía que tarde o temprano eso se iba a dar. Y no tenía dudas que era una pieza importante a pesar de todo lo que le había pasado. Era fundamental para la forma de juego mía y lo que yo pretendía de un jugar representativo como lo es hoy en día, ni hablar, para el club (Argentino). Así que fue un momento por ahí difícil para él, pero por suerte pudo estar en el equipo, pudo hacer un buen torneo, y bueno, después se pudo consolidar nuevamente. Y hoy por hoy, de estar todavía en la liga, y batir todos los récords que un jugador de Argentino puede tener, la verdad que como dije anteriormente, me pone muy feliz. Lo conozco muy bien, la clase de persona que es, sé lo que le gusta el básquet, todo lo que ha dado por su club.
A.B.: ¿Cómo ves su actitud como jugador?
A.C. No sé si me da risa o qué. Es que él es como los tipos de jugadores que a mí puntualmente me representan. Y me gustan mucho. Cuando el partido se pone, diríamos, caliente, cuando se pone intenso, él es un jugador que no se guarda nada. Y que realmente te entrega todo y muchas veces esas pulsaciones, más de una vez, lo han llevado a lo mejor a cometer alguna falta que ha bordeado, que ha tocado el límite. Porque bueno, cuando se pone áspero el partido el tipo es una fiera, es un león. Y a lo mejor uno tiene que hablar con el árbitro para hacerle entender que no había pasado nada y que estaba todo bien. A lo mejor, pasa el momento, y al jugador rival lo va a levantar y le pide disculpas. Ahí es que vos decís “este es mi jugador”, eso es lo que uno quiere, que pelee cada pelota como si fuera la última. En eso el tipo es una fiera. Eso es lo que puedo remarcar de Juan, como te decía, es esa clase de jugadores que a mí como entrenador me gustan mucho porque no se guardan nada y entregan el cien por cien en cada partido. Sobre todo cuando las pulsaciones o el partido está bastante chivo.
A.B.: Contrasta un poco con su personalidad afuera de la cancha, tan serena.
A.C.: Tal cual, tal cual, es una persona que te lo cruzás afuera, antes de un partido, y te transmite paz, tranquilidad. Ahora, después, cuando las luces se encienden, está buena esa situación de ese fuego que aparece, ese sentimiento de competencia, de sentir que uno no quiere perder y hace lo máximo para beneficio del equipo.
A.B.: En la actualidad, como director técnico de Peñarol, lo enfrentás: ¿qué le recomendarías al jugador de tu equipo que lo tenga que marcar o atacar?
A.C.: Por supuesto que cuando uno ha tenido al jugador lo conoce mucho más y sabe bien cuál es su fortaleza, ¿no? Me parece que en el caso puntual de Juan, todos sabemos que hoy en día te conviene más estar atento a su tiro de tres puntos, porque como hablaba, es un gatillo. Cuando uno lo va a defender. Eso es claro. Defensivamente, como hablamos, (Juan) es un león, es un león herido. Sí es cierto que, con el paso del tiempo, lamentablemente, a todos nos va costando, ya sea correr de un lado al otro, mover las piernas, los desplazamientos; esto es normal en cualquier jugador de la edad que tiene Juan, es clarito eso. Eso es claro, pero insisto, Juan da todo. Hoy por hoy no es fácil a la edad que él tiene estar en la Liga Nacional. Son muy pocos los que llegan jugando como lo está haciendo él. Es un jugador al que realmente hay que valorarlo y hay que felicitarlo porque, como decía, no es fácil. Y siempre está dispuesto a dejar todo por su Argentino.
A.B.: Al comienzo dijiste que su liderazgo se basa en su compromiso, digamos, en ser un ejemplo. Es cierto, porque no tiene una personalidad de líder fuerte, que arrasa, pero lidera…
A.C. Sí, lidera en silencio. Hay muchas veces que el que está afuera no se da cuenta, pero no tengo dudas de que Juanchi hoy por hoy en su club es un líder en silencio y que es un referente para todos los chicos que están ahí con él, para los grandes también y para los que vienen debajo. A veces tenés los líderes que tienen que pegar un grito y tenés los otros que solamente con su entrega, su esfuerzo, su sacrificio, son muy importantes para arrastrar y empujar al equipo.
A.B. ¿Se ven hoy, aparte de cuando se enfrentaron los clubes (Peñarol y Argenitno)?
A.C.: Ahora que tengo los chicos y voy bastante a Junín lo veo seguido a Juan, con su nene y su nena también, están mucho ahí en el club. Siempre digo que es un chico que el que lo conoce sabe la clase de persona que es. Como entrenador, soy esa clase de entrenadores que queremos tener un jugador así. Con quien no tenés problemas, porque sabés que se entrega el cien por cien, sabés que no va a tener conflicto. Y esto es muy importante en una liga tan larga y competitiva como es la Liga Nacional.