En Italia, Luis Scola encontró el lugar ideal para seguir su vida tras el retiro de las canchas. Pero no fue un retiro común y corriente, como el de por ejemplo sus compañeros de Generación Dorada, como Oberto o Nocioni comentando juegos en ESPN o Ginóbili descansando con su familia, sino que decidió que seguiría ligado al deporte pero esta vez como directivo.
Llegó a Varese para jugar en su último año como profesional, luego de una temporada en el Olimpia Milano en la 19/20 previo a los Juegos Olímpicos de Tokio. En su mente estaba el hecho de llegar en forma a sus quintos y últimos JJOO, pero necesitaba un equipo en una liga de alto nivel para hacerlo y Varese le abrió las puertas.
Luego de volver a las canchas y despedirse en el juego ante Australia, ‘Il Capitano’ puso manos a la obra casi sin descanso. Según The Athletic, aparecía «una participación en la CAB en la lista de consideraciones», pero prefirió volver a Europa y empezar a trabajar con el equipo que le había dado la última chance de su carrera. Iba a comenzar como consultor, pero de pronto era el CEO del Varese a sus solamente 41 años.
Y como si fuera poco, unos meses más tarde tomando el cargo de general manager tras la renuncia de quien estaba en el puesto. Pero eso no se detendría ahí, porque para mayo de este año ya era el accionista mayoritario del club. A los 42, un oro olímpico dentro de una carrera intachable y brillante de más de dos décadas en la élite, una familia consolidada en Italia y dueño de un club, solo alguien como Luis Scola puede hacer todo eso en tan poco tiempo.
«Siento que hay mucho margen de mejora acá en Europa y en los deportes europeos», reconoció Luis Alberto. «La gente con experiencia en la NBA tiene una gran ventaja comparada con otros lugares, están algo detrás. Es difícil hacer algunas cosas porque la estructura de los equipos están hechas de una manera hace muchos años y no es sencillo que empiecen a hacerlas de otra. Sabía que hiciera lo que hiciera tenía que ponerme en el rol de tomar decisiones», aseguró el portador de la #4 en la selección argentina.
Contactando de manera frecuente a los directivos de los Rockets en la época en la que él estuvo ahí, además de Sam Hinkie, Gersson Rosas o el mismísimo Daryl Morey, la analítica de estadísticas pasó a un lugar clave en el día a día del equipo. Además, Michael Arcieri se convirtió en su general manager para ayudarlo en ese puesto, una persona de confianza que trabajó como ejecutivo de los Knicks, con la misión de llevar el modelo de la NBA a Italia, no solo en el personal sino en la filosofía y la manera de afrontar cada tarea o desafío por más chico que sea.
Cuando Arcieri le consultó a Scola en una de sus primeras reuniones por qué había elegido al Varese y a Italia, el ex Ferro le explicó que el modelo europeo de dirección de los equipos está décadas atrasado respecto al de la NBA, con un foco a corto plazo de ganar partidos año a año y no lograr una filosofía de crecimiento y desarrollo con un plan sostenido. La NBA desarrolló una mejor estructura y en Varese quieren emular eso.
Scola busca refrescar la estructura lineal que tenía el equipo, con un mejor desarrollo de jugadores, un cambio en el tipo de juego, priorizando los tiros en los primeros ocho segundos de posesión y con más ataques al aro o tiros de tres puntos, el básquet moderno que hay en la NBA y no tanto en Europa.
Desde ese entonces, primeros meses de 2022, ambos trabajan a la par buscando desarrollar el equipo, con personalidades diferentes pero con la mente en el mismo objetivo. Mientras Arcieri trabaja con los contactos que generó a lo largo de su carrera en Norteamérica, Scola hace lo propio aprovechando la experiencia de haber estado en cuatro países con formas de trabajo bien diferentes.
La búsqueda del método NBA es tal al punto que contrataron a Matt Brase como director técnico del equipo. Fue asistente en los Portland Trail Blazers en la última temporada, además de entrenar a los Rio Grande Valley Vipers y ser asistente también en los Rockets antes de eso. Es decir, la filosofía inculcada y desarrollada por Morey como principal cara la conoce, y es algo similar a lo que apunta Luis a ejecutar con su club.
El uso de las estadísticas avanzadas no es algo tan detallado en Italia. Si bien se usan, no al punto en el que el Varese las está aprovechando. Brase se vio muy influenciado por ellas en su paso por Houston, creciendo en lo que se conoce como el «Dayl Morey lab (laboratorio de Daryl Morey)». En Varese contrataron a un analista y Scola tiene gran confianza en esa tarea. El club ahora juega como uno de la NBA reconoce Arcieri, y en cada noche Brase busca que los suyos ataquen el aro o tiren de tres, al punto que lideraron la Lega en puntos, triples, tiros por juego, segundos en libres intentados y terceros en asistencias.
La realidad también pasa por los ritmos de trabajo. Si bien ellos intentan hacerlo al estilo NBA, el resto de los clubes no piensan igual y se siguen manejando lógicamente como acostumbran. Arcieri está acostumbrado a preparar la agencia libre durante todo el año, teniendo completo conocimiento de la situación contractual de los otros +450 jugadores que hay en la liga. En Europa no es así, llegan todos los informes de golpe de parte de cada representante apenas termina una temporada y a tres meses de iniciar la siguiente tienen que tener diagramado el equipo, quiénes siguen, quiénes se van, quiénes llegan. Todo.
Pero hay algo a lo que Luis no se quiere despegar en su lucha por cambiar la identidad y el enfoque de los suyos: «el deporte tiene que ser también diversión y generar disfrute en el equipo». Y para esto sumó la posibilidad de poner música antes y durante los entrenamientos, algo que no se estila en Italia y normalmente en ningún otro lugar.
Si bien Luis es nuevo en el mundo de la dirección de los equipos, pareciera que lo lleva haciendo hace tiempo, con el entusiasmo de alguien que sabe que tiene mucho por delante para hacer del Varese un mejor club. Y no se le olvida jugar, porque aprovecha para dar una mano en los entrenamientos a la hora de postear internos y defender a los pívots en cada práctica, algo que lo llevó a tener la reputación de un dueño que está en todos los detalles.
«Me gusta transpirar, me gusta jugar al básquet, estar en la cancha cada vez que mi calendario me lo permite, quisiera poder hacerlo más porque es más divertido que estar en un escritorio». Luis está presente e involucrado en cada nivel del equipo, su equipo. Con ambición para su futuro, también le devolvió al club el programa de desarrollo de jugadores jóvenes, algo que se había perdido unos años antes por falta de sustento económico.
El modelo europeo en el Varese ya no sirve, o no es funcional al sistema actual para no ser tan lapidarios. Scola tiene ideas más grandes y con mayor proyección donde el poder no lo tiene solamente el entrenador del primer equipo sino que cada uno aporta su conocimiento. No quiere un equipo ganador solamente, también busca el éxito a largo plazo que podría ser en cinco o diez años, en un escenario en el que los entrenadores no duran tanto.
‘Nos sentimos más un equipo de NBA, pero cuando digo NBA lo digo entre comillas porque no tenemos todo lo que hay allá, con grandes estrellas o millonarios contratos. No somos de NBA, eso está claro, pero en cuanto a nuestros principios nos sentimos más cerca a ese estilo que al de acá’.
La mentalidad ganadora de Scola ya no está adentro de una cancha de básquet encerrada en el cuerpo de un jugador que estiró su trayectoria hasta los 41 años. Ahora está en los parquets de Italia, en las oficinas del Varese, en el método de trabajo de cada uno de los integrantes de esa organización y, de esa manera, puede ser aún más exitoso en los próximos años que lo que lo fue como jugador. Y eso es demasiado grande para lo que estamos acostumbrados.
Nota: Emiliano Iriondo | Twitter: @emi_iriondo
Fuente: The Athletic