En cada historia, en cada evento, en cada suceso, siempre, pero siempre, parece estar un argentino. Testigos omnipresentes, como los que relatan algunas novelas. Nada parece ser ajeno, absolutamente nada. Podría tratarse de un mito, o un pensamiento. También de una realidad.
¿Quieren pruebas?
Hora de trasladarse a la NBA y retroceder un poco en el tiempo. No mucho, solo una temporada atrás. Milwaukee Bucks se corona campeón de la campaña 2020/21, Giannis Antetokounmpo se lleva el MVP de las finales y Phoenix Suns no puede imponer su sólido repertorio. El anillo se va para Wisconsin. Su casa, en orden.
Lejos, más abajo en el continente americano, un argentino sonríe. Quizás se pregunten por qué. Pablo Albertinazzi se llama y es un exjugador que también festejó el título de los dirigidos por Mike Budenholzer. Sí, él también formó parte del tan esperado hito del equipo de la Conferencia Este.
La ansiedad es un arma de doble filo y para jugar con sus sentimientos primero hay que ser pacientes y entender el trasfondo de la cuestión. Todo empezó en Italia, donde Pablo se labró una carrera como basquetbolista profesional y desarrolló paulatinamente una red de
contactos que luego le permitiría adentrarse en un esperanzador proyecto.
“Jugué diez años en Italia y en ese tiempo conocí a un compañero que era de Brasil. Nos hicimos muy amigos. Él está viviendo ahí ahora. Además, en el último equipo en el que competí en ese país también me hice amigo de un asistente australiano, que terminó siendo scout de Philadelphia Sixers. En el 2015 los puse en contacto con entrenadores y dirigentes de nuestra Liga Nacional, siempre dando una mano como amigo, y también brindando información sobre jugadores con potencial como por ejemplo Nicolás Brussino”, relata Albertinazzi.
“Todo esto era como asistir a tu mejor amigo desinteresadamente, nunca lo hice con intención de trabajar para alguna Franquicia. Ellos, por ejemplo, en su momento me pedían datos de Facundo Campazzo, Gabriel Deck, o los Vaulet (Juan Pablo) y hasta ese entonces no estaba ligado ni a los Sixers, ni a los Bucks”, sigue comentando Pablo.
La situación del exjugador continuó de esa forma hasta que antes del Mundial de China 2019, en el que el seleccionado argentino masculino se quedó con la medalla de plata, se formalizó un poco más la relación. Ya no era Philadelphia, sino Milwaukee el que estaba interesado en sus servicios.
“Los Bucks necesitaban un referente en Sudamérica y pasé a ser parte de su staff como encargado de este sector del continente. La colaboración transcurrió excelente durante dos años, desde octubre de 2019 hasta octubre de 2021, cuando me avisaron que se iba a terminar mi contrato al mes siguiente. Fue una experiencia tremenda, y estoy muy agradecido de haber sido parte de esa tremenda franquicia. Es un ambiente muy amigable y respetan mucho tu opinión. Mi tarea era brindar información acerca de los jugadores con proyección, su desarrollo y crecimiento durante la temporada”, confiesa el scout.
Además, otro punto interesante del trabajo de un ojeador es que siempre debe tener un perfil bajo. “Te explican bien que no les interesa alguien que se destaque en la superficie, sino que quieren que hagas tu trabajo en silencio”.
“Hay pocos proyectos ahora mismo en esta zona que vayan directo al Draft. Las franquicias saben que actualmente los talentos sudamericanos tienen casi obligatorio un paso por Europa para poder llegar a tener una chance NBA ya sea a través del draft o como agente libre”, agrega.
En la actualidad Pablo posee una agencia de traducción y es parte del staff técnico de Tiro Federal de Morteros enseñando fundamentos a los jugadores de club (es entrenador NIVEL 3).
Siempre a la espera de una nueva oportunidad en el mundo del básquet. Su función es mantenerse en las sombras, aunque su papel merece ser destacado. Un argentino en lo más alto de la NBA, ahí donde pocos de sus compatriotas supieron llegar.
La celeste y blanca orgullosa, y siempre serán eternos los laureles que sabemos conseguir.