Un día como hoy, pero en 1964 nacía en Šibenik, Croacia, Drazen Petrovic. El «Mozart del básquet» como lo conocían, fue uno de los jóvenes más destacados del baloncesto internacional. Comenzó a jugar a los trece años y a los quince, ya era una figura destacada. En 1984 se convirtió en jugador del KK Cibona de Zagreb y en tan solo un año en el equipo, obtuvo, venciendo al poderoso Real Madrid, la Copa de Europa. En la temporada 1988/89 vistió la camiseta merengue y se coronó en la Copa del Rey y en la Recopa de Europa, donde el balcánico anotó 62 puntos en la final. Está fue su única temporada en España, que lo despedía para dejarlo ingresar a la NBA.
Fue un pionero, que se adelantó a su época (como todos los que perduran en el tiempo), que miró hacia el otro lado del océano y se animó a cruzarlo para llegar a la mejor liga del mundo. Era único, quizás hasta un poco extraño; pero, sin lugar a dudas, fue uno de los que rompió el molde. Drazen fue un profesional compulsivo que cuando se sentía mal se dirigía a un estadio para encestar la cantidad de canastas que fueran necesarias para devolverle su humor. Fue una estrella fugaz, una de esas que iluminan y cambian la vida de muchos, que lamentablemente dura poco, pero deja un recuerdo para toda la vida.
Hoy hubiera cumplido 56 años. Y nos gustaría recordarlo de la manera que más nos gusta, hablando de básquet. Recorriendo su vida y sus logros pero, por sobre todas las cosas, su legado eterno. Feliz cumpleaños, Mozart.