La década de los ’90 para los Chicago Bulls fue la mejor en la historia de la franquicia y, junto con algunas otras excepciones, de las mejores de todos los tiempos en general para un equipo. Seis títulos en ocho años, algo solamente comparable con lo que lograron los Celtics en los ’60, con 8 consecutivos empezando en 1959.
Luego de haber experimentado tantas alegrías y haberse metido en la historia grande de la liga con equipos formados de base con Michael Jordan, Scottie Pippen y Phil Jackson en la banca, todo llegó a su fin. A mediados de 1998 los tres dejaron de ser parte del equipo y decidieron seguir su rumbo, cada uno por separado, lo que dejó a la deriva al equipo.
Por ese entonces, Chicago carecía de una figura rutilante y las responsabilidades recaían en gran parte en lo que podrían llegar a hacer Toni Kukoc o Ron Harper, pero ya nada era igual. A tal punto llegaron que en uno de los últimos juegos de la temporada regular el equipo estaba en el fondo de la tabla del Este como hacía tiempo no le sucedía y le tocaba recibir a Miami Heat. Ese 10 de abril de 1999 nadie imaginaba lo que estaba por suceder.
Pese a que los Heat no eran un gran equipo, lograron imponer su juego desde el arranque y no dejaron jugar al equipo local para ganar el primer cuarto por 23 a 8, un marcador realmente bajo. Pese a que lograron mejorar algo para el segundo parcial, la situación no mejoró y el primer tiempo terminó 45 a 23 para los de Florida.
En la segunda parte, el bajo nivel de los dueños de casa se mantuvo, pero a eso se le sumó una notable caída en el rendimiento de Miami, que quizás sabiendo que el juego estaba prácticamente ganado se relajaron y sacaron el pie del acelerador. El encuentro terminó con victoria para el Heat por 82 a 49, lo que significó la anotación más baja en un juego de la NBA desde la aparición del reloj de posesión en 1954. Además, los 18 tiros de campo encestados también son la mínima histórica de la liga.
Esa noche, el máximo anotador del juego fue Tim Hardaway, con 22 puntos, seguido de cerca por Alonzo Mourning, con 19 unidades. Por el lado de los Bulls, el que más aportó a la planilla fue el rookie Kornél Dávid, quien encestó 13 tantos, acompañado por una decena de Toni Kukoc. El récord de menor anotación por parte de un equipo previo a esa noche fueron los 54 convertidos por Utah ante Chicago precisamente, el 7 de junio de 1998 y en las finales de la liga, lo que representa todavía la mínima histórica en las series por el título.
Nota: Emiliano Iriondo | Twitter: @emi_iriondo