Kareem Abdul-Jabbar nació un 16 de abril de 1947 en el Harlem, en New York. Pero por ese entonces ese no era su nombre, sino que en realidad era Ferdinand Lewis Alcindor Jr. El motivo por el cual se cambió a Kareem Abdul-Jabbar es que a fines de 1971, tras leer la autobiografía de Malcolm X, decidió convertirse al islam y cambiar su nombre.
Un curioso dato que hacía prever lo que iba a suceder con su físico es que cuando nació medía 57 centímetros y pesaba casi 6 kilos, algo que podía no resultar tan asombroso teniendo en cuenta los cuerpos de sus padres, ya que ambos eran muy altos. A sus 9 años alcanzó el metro con 75 centímetros y cinco años más tarde superó los dos metros. Acudió a la secundaria Power Memorial, donde consiguió el título estatal durante tres años seguidos con un récord de 96 victorias y solo 6 derrotas, donde anotó 2067 puntos y bajó 2002 rebotes.
Tras esos años se marchó a UCLA para seguir con su carrera universitaria, la cual está plagada de récords e impresionantes marcas. En su primera temporada no pudo formar parte del equipo de básquet por ser un rookie y por ese entonces no podían hacerlo, pero en su segundo año allí se quedó con el premio al mejor jugador del año por varios medios especializados en la NCAA. Sin embargo, el que más importa es el Naismith College Player of the Year de 1969, el primero de todos, que terminó en manos de Alcindor.
Pero volviendo unos años atrás, se dio una de las primeras situaciones llenas de injusticia en su carrera: luego de haber dominado totalmente la temporada de 1967, y en un gesto totalmente racista, la NCAA prohibió las volcadas en el nivel universitario. ¿Por qué racista? Porque los únicos que eran capaces de hacerlo eran los jugadores de piel oscura, mientras que los blancos no llegaban y quedaban rebajados en ese aspecto.
Durante esos tres años en los que se quedó con el título en todos, promedió 26.4 puntos y 15.5 rebotes. Además, tiene los récords de mayor media de puntuación en la carrera y en una temporada, más puntos en una temporada y en un partido, más tiros de campo en la carrera, en una temporada y en un partido, y más tiros libres en un año, todo eso solo en su carrera universitaria.
Su llegada a la NBA se dio en el draft del 1969 cuando fue elegido por los Bucks, que lo escogieron con el primer pick de ese año, elección obtenida tras el lanzamiento de una moneda que los enfrentaba con los Suns. En la franquicia de Milwaukee estuvo poco tiempo, pero el suficiente para dejar una huella imborrable. Junto con Oscar Robertson, recientemente llegado de los Royals, entablaron una de las relaciones dentro de la cancha más fructíferas de todos los tiempos para darle al equipo su primer (y único hasta ahora) título en la NBA cuando recién llevaban tres temporadas en la liga.
Luego de ese logro fue cuando Lew empezó a entender que estaba atravesando un momento de cambios y decidió cambiar su nombre a Kareem Abdul-Jabbar. Según explicó en su libro «Pasos de Gigante», tiene un significado y es “noble y sirviente del poderoso”.
Tras llegar a las finales de 1974, en la cual cayeron a manos de los Celtics, decidió emigrar a otro equipo que tenía más aspiraciones al título que los Bucks: Los Angeles Lakers. En el equipo de la ciudad donde se había formado durante su carrera universitaria se terminó de convertir en la leyenda que es, en su segundo y último equipo como profesional.
Tras una mala primera temporada desde lo colectivo, el equipo lentamente empezó a mejorar con el correr de los años y se fue reestructurando con grandes jugadores de la talla de un joven Magic Johnson, que llegó en 1979 y gracias al cual la suerte empezó a cambiar para ellos. En esa temporada se quedaron con el título tras derrotar a los Sixers y perder solo cuatro juegos en toda la fase de postemporada.
Durante la década de los ’80, la más fructífera del equipo en toda su historia, ganaron cinco títulos y llegaron a otras tres finales de la NBA. Si bien el equipo marcaba la era del Showtime de Magic, no se podía ocultar la grandeza de Kareem a la hora de aportar su experiencia y capacidad anotadora al equipo en todo momento.
Tras vencer a los Celtics en las finales de 1985, que fue para él la más importante de todas porque se llevó un nuevo MVP de la serie, su rendimiento empezó a bajar lentamente. Jugó cuatro temporadas más para retirarse tras caer en la final con los Pistons en 1989, que levantaban el trofeo por primera vez.
Luego de su retiro siguió vinculado al básquet y la NBA, por la cual en 1995 fue inducido al Salón de la Fama de la liga norteamericana y además es un gran activista en la lucha por la igualdad de la gente de color además del islam. En 2009 había comunicado que padecía leucemia, pero afortundamente en 2011 pudo afirmar que estaba totalmente curado: “I am 100% cancer free! (¡Estoy libre de cáncer!)”.
En su carrera se quedó con seis títulos de la NBA, paticipó del All Star en 19 de sus 20 temporadas (récord histórico), fue MVP de temporada regular seis veces, de las finales en dos oportunidades y diez veces elegido al mejor quinteto de la NBA. También se quedó con marcas impresionantes, como la más importante que es ser el máximo anotador de la NBA con 38387 puntos, segundo en partidos jugados con 1560, más minutos jugados con 57446, más tiros de campo convertidos con 15837 (curiosamente solo un triple anotado) y más tiros de campo intentados, con 28307.
Es indudable que Kareem Abdul-Jabbar fue uno de los jugadores más importantes de todos los tiempos. Las marcas y los logros lo demuestran, pero también su importancia en todos sus equipos fue más allá de lo logrado dentro de la cancha. Cambió las normas establecidas y luchó por la igualdad para todos los habitantes de este planeta con más fuerza que cuando tenía que elevarse para anotar su mítico Sky-Hook. Claramente Kareem es de esos jugadores que entran tranquilamente en un top cinco de los mejores de todos los tiempos, e hilando más fino está en el podio, y siempre es buen momento para recordar la carrera de una leyenda como él, ni más ni menos que el hombre con más puntos de la NBA.
Nota: Emiliano Iriondo | Twitter: @emi_iriondo