“La pelota no miente”, o en inglés “Ball don’t lie”, es una frase que en algunas oportunidades los jugadores evocan en referencia a que la suerte que gobierna este deporte muchas veces hace justicia. Pero el encargado de que esta frase se convierta en una de las más famosas fue Rasheed Wallace, un jugador que pasó por varios equipos, disputando en el de la Gran Manzana su última temporada.
Los Knicks recibían en el Madison Square Garden a los Suns. Un duelo que poco tenía de atractivo a mitad de temporada regular y que, de no ser por el encuentro entre Luis Scola, para los de Phoenix, y Pablo Prigioni, en los de New York, habría pasado desapercibido a la mirada del pueblo argentino.
Fue precisamente el actual capitán de la selección argentina quien recibió una fuerte falta por parte de Rasheed Wallace mientras intentaba atacar el aro. El interno de los Knicks le bajó con dureza los brazos para evitar el tiro y ahí fue cuando los árbitros le pitaron la falta. Por si fuera poco, revoleó su brazo izquierdo con fuerza, el cual pudo haber impactado en el jugador de Phoenix que tuvo que ser atajado por PJ Tucker para no ir al piso.
Disconforme con la decisión tomada por el colegiado, Wallace empezó a reclamarles que no consideraba la acción como una falta hacia el jugador argentino. Al hacerlo de manera tan desmedida, sumado al revoleo del brazo izquierdo, le pitaron la falta técnica, lo que significó que un joven Goran Dragic tuviera que ir a lanzar el libre correspondiente.
Pelota en el aire, soporte y afuera. Wallace lanzó su icónica frase por primera vez en un juego profesional, pero parecía increiblemente calmo luego de unos segundos en los que cumplió y fue hacia la línea de la zona pintada para esperar los libres de Luis. Sin embargo, al oir que uno de los árbitros había marcado la segunda técnica se salió de sí mismo y empezó a mirar para todos lados como si estuviera buscando a alguien. Efectivamente lo estaba haciendo.
Se dirigió rápidamente hacia uno de los réferis, pero en el camino lo interceptaron Steve Novak y Raymond Felton para intentar evitar lo inevitable, que era una reacción mucho más fuerte de parte de su compañero. Al grito de “Ball don’t lie”, repitiéndolo varias veces, le marcaron la segunda técnica y eso significó la expulsión del juego.
Hasta ese momento los Knicks iban ganando por 24 a 14 y faltaba algo más de un minuto para el cierre del primer cuarto, por lo que no tenía mucho sentido reclamar una falta que estaba claro que había cometido. Además, y como dato más curioso, Wallace llevaba solo un minuto y 25 segundos en cancha, 85 segundos, retirándose sin haber aportado al juego nada más que una falta personal y las dos técnicas en cuestión.
Por suerte para su equipo los Knicks ganaron esa noche por 106 a 99, porque les podría haber costado caro semejante desplante. Y no podemos evitar mencionar esto: Scola anotó el posterior libre perteneciente a la segunda falta técnica y los dos que le correspondían por la personal en la que fue detenido abruptamente en su camino al aro. Ball don’t lie, Rasheed.
Nota: Emiliano Iriondo | Twitter: @emi_iriondo