Diciembre de 2019, Baskonia deambula en la cancha y las posiciones de las competencias donde participa. Una afición tan seguidora como pasional no encuentra respuestas energéticas ni de juego en el parquét. Las lesiones traumáticas castigaron a un plantel y lo continuaron haciendo. Cuerpos maltrechos, rendimientos dispares y psiquis muy golpeadas.
Ante esta realidad un entrenador se va y llega otro, el viejo Dusko. Un montenegrino mayor de 60 años, atravesado por diversas situaciones históricas, anclado en sus éxitos de antaño y con un método en objeción por las dudas de su aplicabilidad, pero rodeado de una mística deportiva y humana.
En este contexto, se anima a decirle al plantel que había llegado con su filosofía de trabajo, que es darlo todo, ser intensos y entregarse. Como ejemplo aparece un entrenamiento puesto el mismo día de navidad, sí, el 25 de diciembre. Sus hechos marcan la coherencia exacta con sus palabras: es darlo todo, es pedirlo todo y sin excusas. El contexto es el que es, pero no opera de excusa para el trabajo intenso.
Junio de 2020. El mundo atraviesa una pandemia que pone en jaque al mundo y la liga ACB decide cerrar la temporada en una Fase Excepcional. En la previa del torneo, referentes de equipos candidatos afirman que, pase lo que pase, no será ni un gran éxito ni un gran fracaso, como bajándole el precio. En cambio, desde Baskonia se escuchaba otra cosa. Iban a buscar el título, no iban a desaprovechar esta chance, algo impensable meses atrás.
En el equipo se había operado un cambio psicológico y basquetbolístico importante. Así como varios jugadores lesionados se habían recuperado, la mentalidad del equipo estaba en una nueva condición. La mano de Dusko se empezaba a observar.
Dice el psiquiatra V. Frankl que el ser humano es un ser que decide lo que es y es capaz de otorgarle un sentido a aquello que le toca vivir, especialmente en orden a situaciones que implican sufrimiento. La capacidad que el hombre tiene de darle un sentido a lo que sucede, no por mera positividad voluntarista o negacionista, sino por ponerle un valor de crecimiento, aprendizaje y creatividad a la situación.
Asumir la realidad, tomarla con la gravedad que tiene y asumir la humana posibilidad de salir fortalecido de la misma es nodal.
En orden al Baskonia, la realidad no fue negada ni minimizada, sino reconocida y asumida. Venían lesionados, diezmados, con rendimientos irregulares, por debajo de lo esperado y con un nivel de autoconfianza por el piso. No negaron ni minimizaron lo que pasaba, sino que lo asumieron y se pusieron a trabajar. Fueron intensos y no pusieron excusas, eso es lo que eligieron hacer con lo que les pasaba. Optaron por trabajar, entregarse y darlo todo, para ver hasta dónde alcanzaba. Apareció lo imprevisible y en vez de renegar de lo que no puede cambiarse, se focalizaron en recuperar el cuerpo y el espíritu, para que cuando la oportunidad apareciera estuvieran listos para aprovecharla. Y vaya si lo estuvieron.
¿Qué ha hecho Dusko y su staff con los jugadores? Lo que ha hecho fue ayudarlos a encontrar personal y colectivamente un sentido, un hacia dónde, un por qué, un para qué y un cómo. Dice Nietzsche que quien tiene un por qué para vivir siempre encontrará un cómo, he aquí la cuestión del sentido que retoma Frankl. Y quizás uno de los secretos del cambio que se le vio al Baskonia en el cierre de la temporada: darle un sentido a lo que habían sufrido.
En la actualidad las palabras sacrificio y sufrimiento son casi un tabú en el ámbito deportivo. O no se las menciona o si se lo hace se las cataloga como algo del pasado o superado. Cuando el punto está en darles un valor y un sentido a los mismos. En la antigüedad el sacrificio era aquello que se relacionaba con lo sagrado, es decir, lo que se entregaba libre y voluntariamente a los dioses. Por lo tanto, el sacrificio no sólo tiene que ver con el esfuerzo y el dolor sin sentido, sino que consiste en aquello que por ser lo mejor que se tiene se entregue a los dioses. Sacrificarse era entregar lo mejor, algo muy valioso y que da un plus de valor al rendimiento deportivo. Algo que se pudo ver en el juego de Baskonia; disfrutaban dando todo, siendo intensos y entregándose. Dándole un valor sagrado al esfuerzo que se estaba haciendo, por el compañero, por el entrenador, por el equipo y por lo que representa Baskonia en la liga.
En orden al sufrimiento, cabe aclarar que tiene un peso subjetivo muy grande, ya que deviene de la sensación consciente o inconsciente de un padecimiento. Y es evidente que no se puede no sufrir, es decir, el sufrimiento es parte de la vida y del deporte, aunque se lo busque evitar. Y ahí la clave está en hecho de encontrarle un sentido; y nuevamente Ivanovic lo ha hecho. Encontró la posibilidad en él y en el equipo de otorgarle un para qué al sufrimiento. El equipo había sufrido mucho, y si además se detenía en el sinsentido del sufrimiento, la angustia lo hubiera hecho continuar en el naufragio. Pero si le encontraba un sentido de crecimiento, de valor y de creatividad a lo que le venía sucediendo y se preparaba para tomar las oportunidades que podrían aparecerle quizás las victorias vendrían. Y así ocurrió.
Durante la Fase Excepcional, Baskonia jugó a una intensidad muy alta y sostenida. Fue por momentos un torrente de energía que disimulaba carencias, debilitaba rivales y obtenía buenos resultados. Con un alto nivel de atención, motivación y focalización que se notó en el hecho de estar siempre ahí, no yéndose nunca antes de los partidos y tomando aquellas oportunidades que se le presentaban. En síntesis, apareció un equipo consciente de sus potencialidades y limitaciones, pero que tuvo el plus de darle un sentido a todo lo que había ocurrido desde el inicio de la temporada.
Un equipo que buscó el éxito, y lo encontró, pues fue lo mejor que pudo ser y se llevó el título. Un equipo capaz de ponerle un valor y un sentido nuevo, de aprendizaje, de mejora y de éxito, a todo el sufrimiento experimentado. Y que sintetizó en el parquét lo que declaró su entrenador.
“Cualquier cosa que hagas, si pensás que es sufrimiento … si le das sentido no es sufrimiento. Es motivación, es placer”
Es decir, hay mucho de sufrimiento que no se lo puede elegir, pasa y está ahí doliendo, pero lo que si puede hacer es elegir el sentido. Transformarlo en aprendizaje, en mejora y en motivación, en síntesis, en éxito. Más allá de la victoria puntual.
Esto ha intentado el entrenador desde su asunción, transformar el sufrimiento y darle un nuevo valor, y lo transformado.
Pues el viejo Dusko lo ha hecho de nuevo.
Zoroniak.
Nota: Lic. Gustavo Mena | @gustavoemena