En un momento de incertidumbre sobre su carrera, Luis Scola habló con Hernán Sartori, periodista de Clarín, sobre todo. La actualidad, su futuro, los Juegos Olímpicos, el liderazgo, la Confederación Argentina y mucho más.
-Viviste todas las fases de la pandemia en Italia. ¿Olfateabas en enero esta peligrosidad?
No veía esta peligrosidad y viví las mismas fases mentales que todo el mundo: pensé que era una tontería, una exageración, pero luego sentí miedo, angustia, bronca… Esto es una película repetida. Yo había jugado en Wuhan, compartía equipo con jugadores que venían de China y nos hacíamos chistes sobre el tema. Dos meses después, llegó a Bérgamo, a 40 minutos de Milán. Italia fue tomada y los españoles y los franceses hacían chistes. ¿Te pensás que el virus conoce de fronteras? Si acá en Europa las fronteras son un cartel en la ruta… El virus sigue de largo. Dos semanas después, teníamos a los españoles en la misma situación, luego los franceses, el Reino Unido, Sudamérica y Estados Unidos. La única parte pseudopositiva -no positiva, porque hubo miles de muertos- es que como en Italia empezó primero, terminaría primero. Y fue lo que sucedió.
-¿Subestimar lo que venía se dio porque el ser humano se siente inmortal como Highlander?
Escapa a mi análisis. Mi opinión fue mutando durante estos meses y sigue cambiando con la información. Yo siempre hice lo que me ordenaron las autoridades. Tomando mate con mi mujer, puedo decir o pensar otra cosa, pero no soy quién para decir públicamente si hay que seguir con la cuarentena o abrir la economía. Si los especialistas no piensan todos lo mismo en cuanto al camino a seguir… El debate va mucho más allá de la grieta de los kirchneristas o antikirchneristas. Estas discusiones existen en Singapur y Hong Kong y allá no tienen idea de que existen Kicillof o Cristina. No me puedo meter en cosas que no me corresponden. Además, esto no terminó y cualquier análisis es apresurado. No sabemos cuánto se van a golpear las economías, cuánta gente se va a morir…
-En esta crisis inédita e histórica, ha habido actitudes humanas destacadas. ¿Se comprueba una vez más que se sale en equipo, con empatía y solidaridad, y no con el sálvese quien pueda?
Churchill dijo que nunca se puede desaprovechar una buena crisis. De estas grandes catástrofes mundiales, siempre han salido muchas cosas a nivel individual y grupal. Lo ideal, claro, es que no tengas que ir detrás de las crisis o de los problemas. Ahora bien, ¿te vas a pasar estos meses haciendo asado y tomando cerveza o los vas a aprovechar para pensar y reevaluar? Hay gente o países que van a salir bien parados. Hay negocios que no van a volver a ser como antes y otros nacieron en estos meses de crisis. Ya se sabía que trabajar en conjunto es una solución. Las uniones son necesarias. Cuando no están, te das cuenta lo importante que eran.
-En Argentina recién esta semana se permitió la vuelta a los entrenamientos de los atletas olímpicos. ¿Tiene el deportista necesidades distintas a otro trabajador?
No creo que sea diferente a lo que le pasa a otra gente en otros rubros. Yo también decía: “Voy de mi casa al gimnasio, entro, tiro al aro y vuelvo. No veo a nadie. ¿Por qué no lo puedo hacer?”. Tenía esos momentos de desafiar, pero no se podía hacer. Lo entendí. Cuando en Italia permitieron los entrenamientos individuales, Conte dijo: “¿Me pueden dejar tranquilo ahora para hablar de lo que realmente importa, como los grupos de riesgo y las camas en los hospitales?”. Esa fue una buena cachetada para todos nosotros. No somos prioridad. A pesar de que en algunos casos el argumento es válido, hay otras prioridades. Tuve momentos de angustia, pero había que aguantársela. Yo luché para que se suspendiera la Euroliga, porque no era el momento para jugar en una pésima situación. ¿Qué peor para mí que retirarme jugando a puertas cerradas en Valencia, en un partido que no sirvió para nada?
-¿Se siente el vacío de jugar sin público? ¿Tiene sentido? Es cierto que el negocio del espectáculo deportivo necesita de la televisión, ¿pero sirve televisar un partido sin gente en las tribunas?
Jugar a puertas cerradas es una solución transitoria para poder terminar las temporadas y volver a la normalidad. Pero hay muchísimos eventos sin público que visualmente son geniales, como los eSports, el UFC o el boxeo, cuya esencia es el pay per view. La razón por la cual esto es incómodo es porque todo el sistema está basado en el espectáculo con la gente incluida. Si esto tuviera que continuar, veríamos estadios con cero personas. Dejaríamos de jugar en el Santiago Bernabéu o en el Madison Square Garden para jugar en una cancha decorada para que visualmente no te genere la sensación de vacío.
– Por algo se ven partidos con fotos de los hinchas en sus butacas…
Si esta crisis continúa, los partidos tendrán otro sonido ambiente y se reestudiará la forma de transmitirlos. La NBA no va a continuar en estadios por el coste. El deporte no necesita de la gente cantando en los estadios. Es mucho más bonito, sí. Pero el deporte necesita de la televisión, de los sponsors y de la atención. ¿Cómo te llega la atención? Es irrelevante. Fijate que los eSports los vemos por Twitch o por YouTube con partidos con 2, 3 o 4 millones de espectadores en vivo. Esa gente te hace facturar y la industria crece como la NBA o como la Euroliga. O más. Las banderas y los cánticos están buenísimos y los incluimos. Hacen todo más bonito, pero no son necesarios.
-Obdulio Varela dejó para la historia aquello de que “los de afuera son de palo”. Al cabo, los deportistas dependen de ellos mismos. Pero el espectador que va a la cancha está convencido de que puede influir en su equipo, en su Selección. ¿Creés que toma un rol demasiado protagónico que en realidad no tiene? ¿El hincha está sobrevalorado?
Se sobrevalora constantemente. Ojo que a mí me encanta ir a la cancha con ambientes espectaculares. No digo que es mejor el deporte a puertas cerradas que con público. Digo que no es necesario. Pasa que hoy sí es necesario porque hay ligas enteras que se basan en la venta de entradas, porque de ella dependen los carteles de publicidad. La Lega de Italia fue la primera en cancelar la temporada porque está basada en el ticket. La TV paga, pero como los carteles de publicidad son locales, si no tenés gente en las canchas, ese modelo no puede funcionar. Entonces la cancelaron. Este modelo de negocios está pensado para la gente, pero hay ligas que no necesitan de la gente. Y si perdiste gente por la crisis, deberías mutar a un espectáculo con una cancha y una transmisión totalmente diferentes para recuperar el terreno.
– ¿Retirarse o seguir hasta los Juegos Olímpicos… si se hacen?
Agosto de 2017. Con un cafecito en la mano, Luis Scola charlaba con este periodista en una sala del CeNARD, vestido de celeste y blanco luego del entrenamiento y del almuerzo. Tenía barba tupida pero prolija y el pelo rapado a los costados pero atado con una colita. Hacía tiempo que se lo había podado. Hoy la barba quedó atrás y ya no hay colita sino un jopo pronunciado. La esencia está intacta, aunque sembró la incertidumbre sobre su retiro. Su gran nivel en el Mundial de China 2019 lo hizo volver a la Euroliga con Olimpia Milano para seguir en forma camino a Tokio 2020. Pero llegó el coronavirus, se suspendieron los Juegos Olímpicos y hoy no sabe qué decisión tomará, sobre todo porque no hay certezas de Tokio 2021.
-Aquella entrevista de hace tres años tenía como título: “En la Selección me tienen que empezar a correr del medio” y cerraba con: “Voy a dar la vuelta al mundo en avión”. ¿Qué se va a cumplir primero?
Aparentemente, lo primero, porque tiene toda la lógica del mundo: tengo 40 años y no sé si hay alguno jugando con 41. Indefectiblemente, mi carrera como basquetbolista se va a terminar. Además, me agarró la pandemia y tengo al avión “encuarentenado” en Argentina, je. Es un poco gracioso lo que generó mi comunicado sobre el futuro. Dije que no iba a jugar en la Euroliga y que evaluaría si seguiría y se replicó: “Bomba de Scola, que considera el retiro” (hace un gesto de sorpresa). La bomba sería que no dijera que estoy cerca del retiro o que pienso jugar cinco años más.
-Es entendible la sorpresa, porque en el Mundial jugaste a tope con 39 años y el rendimiento colectivo fue extraordinario. De hecho, fue lo que te motivó a seguir pensando en llegar a Tokio 2020.
Lo que pasó en China cambió el panorama a la hora de analizar. Alguno pensó que yo iba a estar retirado y ahora cambió porque estoy bien y activo. O como clasificamos a Tokio, piensan que voy a jugar. Eso se entiende. Pero es muy obvio que un jugador de 40 años piensa en el retiro en cada partido que juega. Si se estirara la emoción del Mundial y siguiera dos años más, ya estamos hablando de una cosa épica e impensada.
-Tampoco habías dicho que ibas a jugar, aunque firmaste contrato y diste señales.
Al jugar en Milano, es evidente que mi intención es estar en Tokio, pero pueden pasar cientos de miles de cosas… como una pandemia mundial. Hoy es secundario hablar de si estaré en Tokio. ¿Habrá Tokio? Los Juegos Olímpicos incluyen atletas de todo el mundo, con cientos de clasificatorios aún por realizarse. Entonces, si yo voy a jugar en Tokio es un debate minúsculo.
-El COI ata la decisión a la OMS, pero el Comité Organizador abrió el paraguas hace meses al decir que “no hay plan B” y que en todo caso no tendrían “el gran esplendor” que de costumbre. ¿Cómo saber hoy si se harán?
Mi comentario es de café, porque no soy especialista, pero no sería para nada descabellado pensar que hoy los Juegos Olímpicos no están asegurados ni mucho menos. Eso también lo tengo en la balanza, porque no quiero jugar en algún lugar si después no hay Juegos Olímpicos. Voy a tener que interpretar lo que pueda pasar para tomar una decisión, porque cuando yo deba definir si juego o no y dónde juego, probablemente no esté definido si habrá Tokio 2020. Eso lo decidirán entre noviembre y enero y para esa fecha yo estaré retirado o en la mitad de una temporada en alguna parte del mundo. Habrá cierta adivinanza en la toma de decisiones y esperemos que salga bien. Pero hay más cosas que tendré en cuenta y no simplemente cómo me sienta.
– Jordan, Maradona, Messi, Federer: la mentalidad y cómo se construye el liderazgo
Si la gente piensa que Jordan, Maradona, Messi o Federer son normales y van a funcionar de manera normal como cualquier hijo de vecino, no tiene mucha lógica. Hacen cosas que nadie puede hacer ni hizo jamás en la historia. Entonces, para conseguir lo que nunca nadie hizo, tenés que ser y actuar de una manera en la que nadie actúa. El deporte es el uno por ciento de lo que uno hace en la vida. No podés esperar que en el 99 por ciento de las cosas seas agradable, simpático, buen compañero, compinche, divertido y positivo, y que en el 1 por ciento seas un asesino en serie. No funciona de esa manera.
Esta gente tiene una forma de ser que la lleva a lugares donde solamente ellos pueden llegar. El camino sólo lo sabe uno por rubro: el mejor de la historia. Lo saben sólo ellos. Para conseguirlo, debés tener una cabeza que no tenga nadie, una forma de ser que no tiene nadie y ser capaz de hacer cosas que nadie es capaz de hacer. O que algunos capaces no tienen la voluntad de hacerlas ni son capaces de tolerar el dolor, la angustia y el cansancio que te genera esa lista de cosas que debés hacer para llegar a ese lugar.
-¿Sirve más liderar desde el ejemplo, desde la acción a imitar, que con las palabras que quedan en el olvido?
Son formas diferentes de liderazgo. Yo pienso que hablar está bien, porque es importante mandar un mensaje. Pero el motor de tu liderazgo, lo que empuja, arrastra o volantea a un grupo es lo que podés hacer. Lo que decís valida lo que hacés. Si pedís correr, tenés que correr, porque perdés respeto. El líder de un equipo debe sí o sí liderar con el ejemplo. Si no lo mostrás, no importa cuántas veces lo digas: no lo vas a conseguir.
-Love fue uno de los tantos atletas de alto rendimiento que expusieron en plataformas digitales sus problemas de salud mental, como Phelps con la depresión.
Ser deportista de alto rendimiento es una bendición total. Es una genialidad. Volvería a ser jugador cien veces. Estoy agarrándome con 40 años hasta donde pueda (pone las manos como en el último peldaño de una escalera). Jugaría hasta los 50 si pudiera. El balance es lo más positivo posible, pero no significa que no tenga cosas malas. No estamos sufriendo, pero para muchos deportistas no es fácil. Hay una movida muy grande en el deporte en relación a la salud mental: Phelps, Ian Thorpe, Love… La NBA creó un programa de salud mental porque esta profesión tiene cosas que otras no tienen. Si a la gente le proponés los beneficios que tenemos, ¿quién va a decirle que no a contratos de siete dígitos en dólares, fama, calidad de vida, formas exclusivas de viajar, hoteles 5 estrellas, 200 dólares por día para comer donde quieras? Nadie. Por ende, son lugares de elite a los que muchos quieren llegar y donde la competencia es brutal. Nadie te quiere dejar su lugar. Entonces es normal el alto nivel de exigencia y que atraiga problemáticas mentales y físicas, con jugadores que hasta no pueden caminar.
-¿Hubo diálogo o es una relación aún áspera?
No hubo reunión ni diálogo. No hay competencia y no hay nada para hablar. Es muy difícil para mí estar involucrado en esta CABB, porque muchos pertenecen al grupo de gente que nos creó el mayor daño posible que tuvimos en la historia. Vuelven para reforzar un sistema que está roto y se votan para perpetuarse. Ya vimos el resultado que tuvieron y probablemente tengan el mismo. Mi forma de entender cómo funcionaría una organización deportiva está tan en las antípodas que es imposible llegar a ningún punto medio. Está bien que se piense distinto, no tiene nada de malo. Les deseo lo mejor. Lo que yo creo que debe ser la CABB es muy diferente a lo que piensan ellos. No tengo lugar para ayudar. Si preguntás del otro lado, tendrán la misma opinión
-La política deportiva en argentina
Nuestro sistema pertenece a un mundo antiguo que no funciona sino que fue cambiando. Pero así manejamos el deporte olímpico, que es profesional pero muchas veces es amateur, no porque no se entrene sino porque no se cobra un sueldo para vivir full time o los atletas no son tan reconocidos. Incluso donde se mantiene este sistema directivo por tradición, debajo del ala política ves un ala profesional que tiene bastante más poder que la pata política. Nosotros no reconocemos como obsoleta a esta problemática y la tratamos de reafirmar, asentar y sellar para que sea cada vez más eso. Hay que cambiar la estructura entera del deporte argentino, pero nadie dio el primer paso. La gente que maneja piensa que es un sistema moderno y que somos un modelo.
-¿Por ejemplo?
Escuchás hablar de la Liga Nacional como modelo y yo te digo que nadie usa a nuestra Liga como ejemplo o modelo en el mundo. Es una venda en los ojos que nos tapa y nos da una falsa sensación de éxito que realmente no tenemos y alimenta un sistema obsoleto, antiguo y arcaico. Es muy difícil salir, porque la gente alimenta el sistema. Si yo te junto 20 anárquicos y te los hago votar, van a votar la anarquía y vos podés decir que sos democrático pero no lo sos. La democracia es otra cosa. Tener 20 tipos que piensen lo mismo no necesariamente significa que es el único sistema y que es democrático. La problemática va más allá del básquetbol.
Hay algo muy común en Argentina: en los deportes de equipo somos buenos y en los individuales no somos tan buenos. Eso nos da una sensación de falso éxito. ¿Por qué los deportes de equipo funcionan mejor, con niveles de rendimiento tan altos? Porque los deportistas de equipo tienen la chance de irse y usar la plataforma de otros países para desarrollarse. Cuando era chico, me fui a España a los 18 y usé esa plataforma durante 10 años. Luego usé la de Estados Unidos y después la de China. Todos esos modelos fueron replicados por la Selección, que creció y tuvo éxito. Pero eso no tuvo que ver con la estructura del país. Podemos hablar de ‘los hijos de la Liga Nacional’, pero la verdad es que mientras no emigramos, no se consiguió absolutamente nada. Después conseguimos todo, desde medallas olímpicas y torneos hasta jugadores en la NBA. Eso pasó cuando se formaron en otros países, porque sus estructuras son las mismas que desarrollan a los nadadores y a los velocistas de 100 metros. Cuando perdés esa estructura, vas a la Argentina. Así es que cuando los deportistas individuales tienen estructuras peores, consiguen resultados peores.
Foto y declaraciones: Clarín.