La década de los ’70 para la NBA no fue de las mejores, quizás de esas que menos recuerdos se tenga, sobre todo porque no tuvo un claro dominador y sirvió de transición entre algunas de las más grandes dinastías de todos los tiempos, como los Lakers de Magic y los Celtics de Larry. Pero por no recordarla tanto no significa que no haya existido, sino todo lo contrario, porque fue quizás la época en la que muchas leyendas olvidadas escribieron sus mejores historias.
Una de ellas fue Wes Unseld, un pívot que apenas superaba los dos metros y que a simple vista nadie daba nada por él. Sin embargo, dentro del campo de juego dejaba boquiabierto a más de uno y dejaba en claro que todos los prejuicios sobre él estaban fuera de lugar. Esta mañana falleció a causa de complicaciones provocadas por neumonía y es correcto repasar la carrera de un jugador que hizo grande a la NBA.
Unseld nació el 14 de marzo de 1946 en Louisville, Kentucky, y comenzó a dar sus primeros pasos en Seneca High School, donde ganó los títulos locales de 1963 y 1964. Más de 100 universidades lo tenían en carpeta, pero él decidió quedarse a jugar en la de su ciudad.
Para los Cardinals de Louisville disputó tres años (1965-1968) en los que promedió 20,4 puntos y 18,9 rebotes, siendo elegido All-American en dos oportunidades (1967 y 1968) y reinando en el apartado rebotero de su conferencia en todas las temporadas. Tras esa carta de presentación, se interesaron en él los Bullets, una franquicia que nunca había terminado una temporada con balance positivo en la temporada regular de la NBA y que lo eligió con el segundo pick del draft de 1968.
Increíblemente, con su llegada la cara del equipo cambió rotundamente. La gran falencia de los Bullets era el costado defensivo, ya que eran una de las peores defensas de la liga, y con él pasaron a estar entre las mejores. El equipo alcanzó las 57 victorias en temporada regular y terminaron por encima de todos, incluidos los Celtics, que llevaban dominando toda la década del ’60. Pese a eso, fueron barridos en primera ronda por los Knicks, que se preparaban para conquistar el título un año más adelante.
Aunque su equipo había sido eliminado de los playoffs en el arranque, para Unseld fue una temporada de ensueño, en la que logró un hito solamente alcanzado por otra leyenda del deporte como Wilt Chamberlain: se quedó con el premio al Rookie del Año y MVP. En ese curso promedió 13,8 puntos y 18,2 rebotes para proclamarse como el mejor de todos.
En la nueva década los Bullets empezaron a aparecer con más frecuencia entre los primeros puestos y llegaron a disputar cuatro finales entre 1971 y 1979, todo en parte gracias al aporte defensivo de Unseld. En la primera fue barrida a manos de los Bucks de Lew Alcindor (posteriormente Kareem Abdul-Jabbar) y Oscar Robertson, y en 1975 lo mismo pero ante los Warriors de Rick Barry y compañía.
Finalmente en 1978 llegó el tan ansiado título para los Bullets ante los Seattle SuperSonics, que resultó ser el único para esta franquicia en casi 60 años de historia. Tras una temporada regular en la que la supremacía por parte de los de Washington había sido total frente a los de Seattle (ganaron los cuatro juegos que disputaron entre sí), las finales mostraron una paridad inesperaba y llevaron la serie al séptimo juego, donde se impusieron los de la capital estadounidense. Una vez más, Unseld demostró ser el que lideraba al equipo y, como no podía ser de otra manera, se llevó el premio al MVP de las finales.
Estas dos franquicias se enfrentarían nuevamente un año más tarde pero el título en esa oportunidad se lo quedaron los Sonics al vencer 4-1. La temporada 1980/81 fue la última de Unseld en los Bullets pero como jugador, porque años más tarde regresó al equipo para dirigirlo desde la banca. El cargo de entrenador lo ocupó desde 1987 hasta 1994 y en enero de 1988 se llevó el premio a entrenador del mes, el único en siete temporadas. Justamente en ese año también fue inducido al Salón de la Fama de la NBA, junto con Clyde Lovellette, Bob McDermott y Ralph Miller.
Desde el 3 de noviembre de 1981, su dorsal #41 está retirada y ya nadie puede usarla en los Wizards. Todos caracterizaban a Unseld como un jugador ejemplar por su forma de desempeñarse dentro de la cancha, aguerrido en defensa, veloz a la hora de leer el juego y lanzar pases de un costado a otro para terminar rápido los contraataques. Sin embargo, su mayor valor lo tenía cuando no estaba jugando, y era considerado por todos como un líder positivo, capaz de hacer mejores a sus compañeros y siempre dispuesto a ayudar.
Esta mañana partió un hombre que vio en los Bullets una oportunidad, y no un equipo perdedor como lo eran por ese entonces. Los llevó a las primeras planas y les dio la posibilidad de ganar un título en una época en la que el rumbo de la liga era incierto. Luego de eso no se despegó de sus Bullets y los dirigió desde la banca para hacerlo más tarde desde las oficinas. Su hijo, Wes Unseld Jr., heredó la pasión por este deporte de parte de su padre y hoy es asistente en los Nuggets.
Cinco veces All-Star, MVP de todo lo que se pudiera ser, Rookie del año, campeón de la liga, líder en rebotes de la temporada 1974/75, dorsal retirada por parte de la universidad de Louisville y del equipo de Washington. Un jugador que se fue con todos los honores que se pudieran alcanzar y que también, a su manera, se encargó de hacer más grande a esta liga.
Nota: Emiliano Iriondo / Twitter: @emi_iriondo