Jerome Alan West, o simplemente Jerry, nació el 28 de mayo de 1938 en Chelyan, West Virginia. Lo apodaban “Mr. Clutch” por ser un hábil definidor de partidos y “The logo”, debido a que su silueta es el logo de la NBA. Muchas veces él confesó que no le gusta y que prefiere que ese lugar sea ocupado por Michael Jordan o algún otro basquetbolista de más renombre. Además, contó que no recibe un solo dólar por derechos de imagen, aunque eso no le molesta.
Tuvo una infancia un poco dura, debido a que su padre estaba poco en casa por trabajo y, lamentablemente, su hermano falleció en la Guerra de Corea cuando Jerry tenía solamente 12 años de edad. Su pasión por el básquet era tal que no comía por estar jugando. De hecho, llegó al límite de la delgadez extrema y tuvo que ser inyectado con vitaminas para recuperarlo.
Acudió al secundario East Bank desde el 1952 hasta 1956 y allí recibió el premio a mejor jugador del estado cuatro veces: entre 1953 y 1956. Además, se quedó también con el All-American en el 1956, un reconocimiento a los mejores prospectos de High School en Estados Unidos. Ese último año superó los 900 puntos en la temporada (promediando 32.2 por encuentro) y salieron campeones. Gracias a todo lo que había hecho, la escuela cambió de nombre por una semana y, de ser East Bank, pasó a llamarse West Bank en clara alusión a su apellido.
Unas 60 universidades mostraron su interés por contar con él, pero Jerry eligió la Universidad de West Virginia, ubicada en el mismo estado en el que él vivía, y jugó para los Mountaineers. Desafortunadamente no pudo jugar su primera temporada, la 56/57.
Sin embargo, sí lo hizo en la siguiente, en la que promedió 17.8 puntos y 11.1 rebotes en 28 partidos, todos de titular, alcanzando un impresionante récord de 26 victorias y solo 2 derrotas. Pese al gran esfuerzo realizado durante toda la campaña, los Mounatineers cayeron en el primer partido por solo 5 tantos con Manhattan College y quedaron afuera de la postemporada.
En su tercer año universitario logró incrementar sus números: pasó a una media de 26.6 puntos y 13.3 rebotes por partido en 34 juegos, todos jugando desde el inicio. Estos números le valieron ser nuevamente nombrado como All-American, pero esta vez a nivel universitario. En toda la temporada sumó un total de 903 unidades, récord histórico de anotación en la West Virginia University, además de haber encestado 340 tiros de campo, récord todavía vigente.
En ese año su rendimiento en los playoffs fue mejor, tanto individual como grupalmente, y llegaron a la final. Ahí pesó más la experiencia de California, que cerró de mejor manera el juego, y perdieron por 71-70. En ese encuentro, West anotó 28 tantos y bajó 11 rebotes, lo que le valió el premio al MVP del final four.
En la temporada de 1959/60, la cuarta y última en West Virginia, Jerome elevó su nivel de juego una vez más y cerró el curso promediando 29.3 puntos y 16.5 rebotes. Por si fuera poco, otra vez fue consagrado como All-American. Ese año encestó 908 puntos, superando el récord que él mismo había establecido un año antes.
Además, bajó otros 510 rebotes, consiguió 30 doble-dobles y terminó 15 partidos con 30 o más puntos, todos récords de la universidad en la que es ídolo y que, en 2005, retiró su dorsal número 44. Otro de los grandes hitos alcanzados en sus primeros años es que ganó los Juegos Panamericanos de 1959, disputados en Chicago, y los Olímpicos de 1960 en Roma junto a otra leyenda en la historia de la NBA como lo fue Oscar Robertson.
Luego de su paso por la universidad de West Virginia, decidió presentarse al draft del año en el que se colgó la medalla de oro olímpica. Como no podía ser de otra manera, con los números alcanzados y el palmarés internacional que tenía fue drafteado con el pick número 2 de la primera ronda por un equipo que algo había ganado pero que necesitaba de mejores jugadores para hacerle frente a los Celtics: Minneapolis Lakers.
En su primer año en la NBA tuvo algunas complicaciones para adaptarse a su nuevo equipo y, al principio, le costó la relación con sus compañeros. Sin embargo, a base de buen nivel y una ética de trabajo que nadie más tenía en el plantel, supo hacerse un lugar y formó, junto con Elgin Baylor, la dupla más importante de la liga en la que ambos se complementaban a la perfección: Baylor como el hombre de juego interno debido a la ausencia de un pivote dominante y West con su buen tiro de media y larga distancia y gran capacidad de armado de juego.
En esa primera experiencia, Jerry fue llamado por primera vez al All Star Game, celebrado en Syracuse, Nueva York. En la postemporada el rendimiento fue bueno pero no alcanzó para llegar hasta las finales: si bien pudieron eliminar en la primera ronda a los Detroit Pistons por 3 a 2, en la serie siguiente, la de finales de división (por ese entonces todavía eran divisiones y no conferencias), perdieron por 4 a 3 con los Saint Louis Hawks, cayendo en el último y decisivo juego por 105 a 103, lo que los privó de ir a la final y enfrentar a los Celtics.
En su segundo año se vio obligado a tomar las riendas del equipo ya que Baylor, quien por ese entonces mandaba en los Lakers, fue llamado a la armada. A partir de ese momento fue el líder del equipo y consiguió promediar 30.8 puntos, 7.9 rebotes y 5.4 asistencias, números que lo metieron en el quinteto ideal de la NBA y en el All Star otra vez. En este año es cuando nació el apodo “Mr. Clutch” ya que todas las bolas en los momentos calientes de los partidos iban hacia él y, con su gran efectividad, la mayoría terminaba adentro.
En ese año la suerte los ayudó un poco más en la postemporada y, tras haberse quedado con el título de división en la temporada regular, fue el turno de enfrentar nuevamente a los Pistons, pero esta vez en las primeras finales. El trámite ante Detroit no fue complicado y pudieron pasar tras vencerlos por 4 a 2. En la final fue el turno de enfrentarse con los Celtics, equipo que venía liderando la liga hacía varios años. La serie llegó al último juego y, tal era la paridad, que se terminó definiendo en tiempo extra, donde ganaron los Celtics por 110 a 107 para conseguir el quinto título de su historia, cuarto consecutivo. De esta manera se forjó la mayor rivalidad en la historia de la NBA.
Tras algunos años de seguir quedando a las puertas del título, como sucedió en 1963, llegó el turno de hacer historia en los playoffs de 1965. En esa oportunidad los Lakers esquivaron la primera ronda por ser campeones de división y, en las finales, se encontraron nuevamente con Boston. Pese a que esta vez la derrota se dio un juego antes (los Celtics ganaron 4 a 2), West tuvo una gran actuación durante toda la serie y promedió 46.3 puntos, récord histórico en finales.
Entre 1964 y 1968, la franquicia supo mantenerse entre los primeros puestos, siempre de la mano de grandes actuaciones de West, que seguía en un gran nivel como All Star y juntando algunos otros récord individuales, como el de mayor cantidad de tiros libres en la temporada 1965/66 con 840. Sin embargo, siempre que llegaban a las finales se encontraban con los Celtics que hicieron de esos cruces una costumbre en la que siempre se quedaban con la victoria (1965; 1966 y 1968).
Para la temporada 1968/69, el equipo de Los Ángeles adquirió los derechos del MVP reinante que estaba jugando en los Philadelphia 76ers y que sabía generarle algunos dolores de cabeza a Boston: Wilt Chamberlain. En la postemporada vencieron a los Hawks y a los Warriors, llegando a la final contra los Celtics, la sexta en ocho años entre ambos. Pese a la cerrada derrota en el sétimo juego en Los Ángeles por 108 a 106 a manos de los Celtics, West terminó ese partido con un triple doble de 42 puntos, 13 rebotes y 12 asistencias, lo que le valió ganar el MVP de las finales, siendo el primero en recibirlo y el único jugador no campeón en la historia en quedarse con ese premio.
La suerte siguió siéndoles esquiva en el momento decisivo y, en la temporada siguiente, la 1969/70, tampoco pudieron quedarse con el título. Estuvieron cerca de ser eliminados por los Suns en primera ronda pero lograron pasar para luego barrer a los Hawks. Sin embargo, en su primer cruce, cayeron ante los Knicks de Willis Reed, Walt Frazier y Bill Bradley por 4 a 3, lo que significaba la séptima final perdida en la carrera de West.
Sin embargo, faltaba poco para poder romper la racha. Tras una mala temporada en 1970/71 en la que Baylor sufrió la rotura del tendón de Aquiles, West también tuvo una lesión en uno de sus tobillos que lo dejó fuera durante gran cantidad del año y no pudieron hacer más que caer en las finales de conferencia ante los Bucks de Lew Alcindor (todavía no había cambiado su nombre a Kareem Abdul-Jabbar).
Finalmente llegó el año en el que pudieron quebrar la maldición, la temporada 1971/72. Durante la fase regular terminaron consiguieron un récord de 69 victorias (33 de manera consecutiva, récord en la historia de todos los deportes) y 13 derrotas. West promedió 25.8 puntos por partido y en la final pudieron vengarse de los Knicks, a quienes vencieron cómodamente por 4 a 1.
Pese a que venía demostrando un gran nivel en los últimos años y también durante la temporada regular, West no pudo replicar eso en la serie final y estuvo muy por debajo de su nivel, lo que no le permitió quedarse con el MVP de las Finales, premio que se llevó Wilt Chamberlain.
Habiéndose sacado la mochila de tener que ganar un título tras siete caídas previas, West pudo empezar a jugar más relajado y relegar las responsabilidades a los compañeros más jóvenes. Con el correr de las temporadas sus números fueron bajando periódicamente y, pese a que no era el gran anotador que había sido en sus mejores épocas, su rol como formador era más importante que el de tirador.
Tras perder una nueva final ante los Knicks en la temporada 1972/73, West anunció que la 1973/74 sería la del retiro. Durante todo el curso disputó solo 31 partidos debido a que tenía un problema en la ingle, pudo hacerse un hueco entre los convocados al All Star Game, el último de los 14 que disputó.
Su salida del equipo fue polémica, ya que su intención era renegociar su contrato por un año más debido a que él sentía que podía hacerlo bien una última vez, sentía que su físico se lo iba a permitir. Sin embargo, los dirigentes de los Lakers no estaban dispuestos a correr el riesgo y decidieron dar por finalizada su carrera en Los Ángeles. Al ser un deportista fiel a sus convicciones, declaró que si no era en ese equipo no iba a ser en ningún otro lado y así fue cómo, quien por ese entonces era el máximo anotador en la historia de la franquicia, colgaba las zapatillas para siempre.
https://www.youtube.com/watch?v=Gqgbc1sYAvY
Tras su retiro, West fue llamado por la franquicia en la que había brillado para ser entrenador, que ese año había contratado a Abdul-Jabbar, pero lamentablemente perdieron las finales de conferencia con Portland Trail Blazers. Tras ese traspié, Jerry dirigió durante otros dos años, logrando un total de 145 victorias y 101 derrotas en temporada regular.
Pero su lugar no era en el banco de suplentes, sino en las oficinas. En su llegada a la dirección del equipo para la temporada 1982/83 se empezó a armar el gran equipo de los Lakers de la década de los ’80, que tuvo como gran referente a Magic Johnson y que consiguió otros tres títulos para la franquicia (1985; 1987 y 1990).
En la década siguiente, tras algunos años en los que no pudo hacer pie, reconstruyó al equipo y en 1996 hizo uno de los trades más importantes en la historia de los Lakers. Envió al experimentado Vlade Divac a los Hornets a cambio de un joven recientemente drafteado, llamado Kobe Bryant. Una apuesta arriesgada pero que se terminó de consolidar cuando, en esa misma pretemporada, firmó como agente libre a Shaquille O’Neal. De esa manera armó una de las mejores duplas de la historia con la que consiguieron el three-peat entre 2000 y 2002.
En 2002 tomó la decisión de dejar los Lakers para ser el General Manager de los Memphis Grizzlies. Su idea era reconstruirlo, ya que era una franquicia al borde de ser vendida, y lo logró. West dijo que “tras varios años de éxitos con los Lakers, quiero saber qué se siente hacer de cero un equipo ganador, quiero ayudar a hacer la diferencia”. Con los Grizzlies ganó el premio al GM del Año en 2004, temporada en la que se dio por primera vez su clasificación a la postemporada, al igual que los dos años siguientes. De todas maneras, se cansó bastante rápido y en 2007 le dejó su lugar a Chris Wallace.
Como todo buen hombre de negocios, no estuvo mucho tiempo fuera del mercado y en 2011 se unió a la junta directiva de los Warriors, que le ofrecieron el cargo y una parte minoritaria de la propiedad del equipo. Tras unos años de construcción, en 2015 llegó el primero título del equipo tras 40 años, lo que representó a nivel personal para Jerry el séptimo como dirigente de una franquicia. Dos años más tarde, en 2017, llegó el octavo, también de la mano de los Warriors.
Tras ese buen paso por el equipo de Golden State, West tomó otro rumbo y, el 14 de junio de 2017, anunció que se uniría a la junta directiva de los Clippers. Hasta el momento la decisión no fue mala, ya que en la última agencia libre el equipo se hizo de los servicios de Kawhi Leonard y Paul George que, sumados al gran equipo que viene desde hace varias temporadas, estaban en condiciones de luchar por el título y, por qué no, darle el noveno a West en su carrera como dirigente.
Nota: Emiliano Iriondo / Twitter: @emi_iriondo