Luego de la derrota a manos de los Spurs en los playoffs de la temporada 1998/99, los Lakers contrataron a Phil Jackson para recuperar la identidad de equipo ganador que se había perdido durante muchos años. Él tomó la conducción durante la pretemporada y se encontró con que en su plantilla tenía a una de las jóvenes figuras de la liga que darían de qué hablar por mucho tiempo: Kobe Bryant.
Un ganador nato, capaz de darle muchas alegrías a la franquicia de Los Ángeles pero que por ese entonces todavía no estaba encausado en la misma línea que Jackson pretendía. Por eso, en su primera visita de la temporada a la ciudad de Chicago, citó a Michael, ya retirado, para hablar con él y contarle cómo había hecho para triunfar en su carrera. Esa cita se dio en noviembre de 1999 a puertas cerradas entre tres de las personas más importantes de la historia de la NBA.
Los Bulls empezaban a bajar su nivel en la liga en ese entonces y en parte se debía a la segunda retirada del hombre que había alcanzado seis de los últimos nueve títulos. Jackson, que necesitaba guiar a su máxima estrella y demostrarle que no iba a ser fácil alcanzar el primer anillo, tuvo la brillante idea de juntar a ambos antes del juego para que se conozcan en profundidad, compartan experiencias y dialoguen acerca del juego. Sin embargo, no empezó como se hubiera imaginado.
«Hey, Mike, ¿cómo estás? Sabes que yo podría patearte el trasero en un uno contra uno, ¿verdad?», dijo Kobe apenas le dio la mano a Jordan. Una manera de romper el hielo bastante arriesgada, teniendo en cuenta la competitividad del hombre de los Bulls. Sin embargo, lejos de irse o peor, desatar una pelea entre ambos, reconoció que eso podría suceder: «Seguramente así será, hace un tiempo que no juego. Igual, lo que acá importa es que nos sentemos y dialoguemos un rato para que puedas aprender a no cometer los mismos errores que yo».
Según contó el entrenador ganador de once anillos, Kobe se asombró de tamaña respuesta y no pudo hacer otra cosa que quedarse mudo con los ojos bien grandes. A partir de ese momento, Bryant fue todo oidos para escuchar lo que el más grande de todos los tiempos iba a decirle, entendiendo que estaba ahí para ayudarlo a ser mejor que lo que él había sido.
La pérdida reciente de Kobe hizo que en los últimos meses, y sobre todo el partido del All Star Game, se lleven a cabo eventos especiales y de recuerdo para el ex Lakers. Jordan siempre lo consideró uno de los mejores y también parte de su familia, su «hermano menor», como dijo en el discurso de despedida que le realizaron a Kobe en el Staples Center. Quizás los dos jugadores más dominantes de todos los tiempos, sumados a LeBron James, que lograron ser tan parecidos entre sí y que difícilmente volvamos a ver algo igual.
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Nota: Emiliano Iriondo / Twitter: @emi_iriondo