En una nueva mañana de 3×3 Radio hablamos con Carlos Delfino, histórico jugador de la Selección Argentina, que se encuentra en Italia pasando la cuarentena con su familia. Lancha contó cómo fue su último año, en el que estuvo alejado del básquet profesional para dedicarse a afrontar problemas legales que lo involucraban junto a su familia. A la hora de volver a las canchas, la actividad en las ligas del mundo se vio suspendida por la pandemia del COVID-19.
En casi una hora de charla el ex jugador de los Houston Rockets, entre otros equipos, habló de su salud, su futuro como profesional, el Draft de la NBA y, por supuesto de la Selección Argentina.
Mirá la nota completa con Carlos Delfino:
«Estoy en Italia, en casa, en Cento, dentro del desastre que son los números en Italia estamos en una zona muy tranquila; estoy lejos de las ciudades, que es donde están realmente los problemas. Bastante tranquilo, mi familia están todos bien, no nos ha golpeado de cerca. Gracias a dios venimos haciendo los deberes y estando en casa ya hace 60 días. No es tan anormal estar en casa, yo estaba bastante porque no estaba jugando. No me mueve más ni menos. Tengo la elección de escaparme de noche y correr entre los trigales. Los chicos te sacan tiempo porque no van a la escuela y no pueden salir a andar en bicicleta. No estoy dentro de un grupo que lo está sufriendo, se que hay mucha gente que lo está pasando mal.
Para ser sincero, me la pasé yendo y viendo a la Argentina. Por temas legales, por el garrón que me estoy comiendo preferí no jugar y estar pendiente de eso. Sufrí difamación y por el alquiler de una casa. Cuando llegué la última vez a Italia, tenía todo acomodado para que esto deje de depender de mí, lo pasé directamente a los abogados. Pensaba ver donde podría jugar y se suspendió toda la actividad.
El equilibrio del mundo me pospuso los Juegos Olímpicos para poder llegar, si somos optimistas. Me tocó esto y me ocupo de eso. Estoy muy tranquilo, tenía un par de ofertas divertidas, no las que quería, pero viendo que pasa a partir de ahora y cuánto se va a prolongar esto. Juego porque me gusta, no por dinero. Puedo terminar jugando un torneo local con amigos.
Son contadas las ocasiones en que me fui a jugar a algún lugar por dinero. Me gusta jugar al básquet, no mirarlo desde afuera. Lo que más tengo es la cabeza dura, cuando algo se me pone le doy para adelante. Voy a jugar hasta que me empiece a desarmar como el policía de Terminator o cuando la tana me agarre de la oreja y me traiga para acá. Sigo jugando por pasión. A mis dos hijas mujeres se le dio más por el voley, pero el varón juega conmigo, hacemos partidos de 21. Necesito tener cerca al básquet.
Sobre las propuestas, fueron divertidas porque eran para jugar al básquet, que es lo que más quiero. No atractivas, porque a esta altura de mi vida no me interesa la plata, ni salvarme, ni hacer una diferencia. A esta edad lo que busco es estar cómodo. Quiero que me quede cerca de alguna de mis casas, sea Italia o Argentina, que sea posible que mi familia me visite. Busco eso. Cuando estaba en el embrollo legal me llamó Leo Gutiérrez para jugar la Liga Sudamericana. Si iba, le daba una mano a Leo, pero logísticamente estar en Santiago, lejos de mi familia, no se por cuánto tiempo, no me cerraba. Busco que las cosas me cierren, que me pueda divertir, pero que también me puedan acompañar. También podría haber ido a jugar a Japón. Para eso me quedo jugando en el patio de casa. No quiero vivir mi pasión sin mi familia.
Hoy me está pasando lo que le pasa a todo el mundo. Todos se subieron a mi colectivo, que es la falta de básquet. Cuando se levante la actividad buscaremos la forma de volver. A todos nos falta un mes de pretemporada. Por semana corro 30km, hago crossfit, paso horas entrenando. Después de lo que me pasó, trato de cuidar mi cuerpo. Estos dos meses han sido duros, porque pensaba estar dentro de una cancha, que es lo que me falta en el último tiempo. Me gustaría jugar una temporada completa en un lugar, es una de las cosas que tengo en el debe.
Yo estuve retirado y no por elección. Cada vez que tengo un parate me sigo considerando jugador y me sigo preparando para eso. Envidio a la gente que lo toma como un trabajo, y cuando se jubilan te dicen que no lo extrañan y que están tranquilos. Tengo otros hobbies, pero mi pasión es jugar al básquet. Conozco pocos compañeros que podrían entenderme y creo que uno de esos es Luis. Creo que sacándole el avión es el tipo que más disfruta jugar al básquet. Algunos necesitamos la sensación de estar en una cancha. Me gusta pescar, pero no me va a llenar como si lo hace jugar al básquet. Creo que puede ser una obsesión.
Me transformé en un minion cuando no podía jugar. Ahí realmente abandoné, no quería saber más nada, escondí todas las pelotas que había en casa, saqué el básquet de mi vida, fueron dos años y medio durísimos. Evitaba ver básquet, que me comentaran algo, sufría mucho. Desde lo mental tratar de evitar mi pasión me volvía loco. Hasta que un día gracias a mi abuela me prendió de nuevo la llamita y fue ella la que me hizo cambiar de parecer. Gracias a buscar una solución extrema, pude volver a jugar, y no quiero volver a lo que pasó. Seguiré entrenando, estando en forma, buscando una solución a esto de seguir jugando.
No hablé con Leandro Bolmaro. Me encantaría, lo he visto jugar un par de veces, me encanta lo que hace, y uno se vuelve fan de los más chicos, disfruto de ver lo que viene. Uno ve en leandro cosas distintas, hasta una cuestión física de cómo se mueve dentro de la cancha, que llama la atención. Creo que lo del draft es una «mentira» para el jugador europeo, más a esa edad. Uno se bloquea tanto y se prepara tanto, pensando que el 1 es mejor que el 20, y que el 20 es mejor que el 40, y eso nunca fue una regla escrita, uno se obsesiona con un número que si fuera cierto, yo sería mejor que Ginóbili, y nunca lo fui. El número no te va a modificar nada, hay que seguir trabajando y seguir siendo un diamante a pulir. Ojalá que pueda estar lo más cerca posible del primer lugar. Siendo esto una lotería tenés que levantarte y seguir mejorando para tu futuro y tu carrera. Uno a esa edad tiene ideas un poco confusas. Para algunos el draft es una suerte y para otros un problema.
Yo me presenté en una elección siendo muy joven, casi con 18 años. Me borré, y después en la segunda oportunidad me presenté y me quedo declarado regalando un año. En ese momento se hablaba de Detroit y Los Angeles Lakers. Detroit tenía el n°2 y el 25. Los Lakers el 24. Toda la preparación que era la previa a mi me estresó un montón. Yo no sabía si me iban a elegir y llega un punto que se obsesiona tanto que deja de lado lo que está haciendo en europa, y eso hizo que yo dijera que me iba. Me terminó jugando todo en contra. Me eligieron 25 y me quedé en Bologna, pero al mismo tiempo me pregunto por qué me fui, porque me llamaban la atención las luces de la NBA. Tranquilamente me podría haber quedado uno o dos años más en europa. Terminé pagando para ir a la NBA. Dejé un poco de lado mi carrera en Europa, me salió caro el querer irme.
Cuando en esa época tiraba de lejos y erraba la gente pensaba que estaba con la cabeza en la NBA, cuando metía me decían que iba a entrar plata en el club porque me iba a ir a Estados Unidos. Hoy, con el doble de la edad pienso que el draft es una cosa única, pero lleva su estrés previo, y después te da muchas cosas para hablar con tu grupo de contención. Creo que hasta que uno no navega en esas aguas y aprende un poco, va creciendo en otro lugar.
Tenemos un grupo de whatsapp con la Generación Dorada, yo soy uno de los que menos habla. Nos divertimos mucho, cada uno está haciendo sus cosas y está bueno. Son todos viejos, hablan de cosas de viejos y no me meto tanto. Somos un equipo que se transformó en algo más y esa hermandad que teníamos en la cancha se trasladó afuera. Es una manera de estar cerca, con algunos nos cruzamos, nos damos un abrazo,vamos a comer. Walter Herrmann directamente creo que nos tiene bloqueados. Yo soy dificil, pero Walter directamente no te responde.
No me veo en otra tarea en lo inmediato. Me veo mucho como jugador hoy. Lo hablaba mucho en ese tiempo que estuve en el Baskonia con Pablo Prigioni. Lo veía muy cómo en la transición de jugador a entrenador, la estaba pasando bien y mal al mismo momento. Estaba aprendiendo y lo disfrutaba. Uno siendo grande como es y estando en la cancha, se vuelve más coach, pero no me veo con la tablita todavía. Tal vez en poco tiempo te digo que me llena y me divierte. Hoy pienso que me dan las piernas para estar adentro de una cancha.
Sé dónde estoy, sé lo que hice, sé lo que puedo hacer hoy y sé el lugar que tengo. No creo que esté cerca de una Selección Argentina, por edad, porque mis últimos juegos fueron en el 2016 y no estuve más en una ventana. Mi nivel no está cerca de una Selección Argentina. Dicho esto, Carlos Delfino se entrena para jugar en la Selección Argentina. No te niego que mi sueño es jugar un quinto Juego Olímpico, es mi gran motor. Pero sé mi lugar hoy. No pienso que es un derecho ganado, ni le saco mérito a nadie. Pero mi manera de ser es soñar con mi mejor versión y aspirar al máximo, que hoy es eso. Yo me entreno para la Selección, si termino jugando un torneo local, no pasa nada. Mi zanahoria mental es siempre el número 10 de la Selección Argentina. Mi gran motivación es tratar de volver a jugar en una gran versión.»